Arbitraje. Mediación. Litigio.
Estas son palabras que la mayoría de nosotros esperamos que nunca tengamos que tratar personalmente.
El arbitraje, la mediación y el litigio son todos métodos para resolver conflictos legales. El litigio es lo que la mayoría de la gente piensa como “ir a la corte”. El litigio pone el control del caso y el resultado del caso en manos del sistema judicial y el juez o jurado que maneja el caso. Si bien a veces es necesario transferir el control de su caso a entidades externas, esta forma de resolución de conflictos tiende a ser costosa y prolongada.
El arbitraje y la mediación, por otro lado, son formas de manejar disputas fuera del sistema judicial. Como tales, no son asuntos de dominio público, lo que hace que el arbitraje o la mediación sean ideales para casos donde la confidencialidad es importante. En esta publicación, discutiremos las diferencias entre los dos métodos y cómo discernir qué método es el más efectivo en su caso.
La mediación permite a las partes en conflicto mantener la mayor autonomía e influencia sobre el resultado, y la naturaleza más informal del proceso de mediación incluso les permite establecer sus propias reglas básicas de participación. En el proceso de mediación, un mediador externo escucha a ambos lados de la disputa y busca ayudar a las partes a llegar a un compromiso sostenible. El mediador no tiene autoridad legal, pero generalmente está capacitado en el manejo de conflictos.
Las decisiones tomadas a través de la mediación no son una obligación legal, y si la mediación no resuelve la disputa, las partes insatisfechas pueden optar por buscar un juicio en la corte.
El arbitraje sigue un proceso más formal que la mediación e implica un resultado con una obligación legal. En el arbitraje, ambas partes presentan su lado a un árbitro acordado por acuerdo mutuo. El árbitro generalmente tiene alguna capacitación legal en el tema y, después de escuchar a ambos lados del problema, propone una resolución. El arbitraje evita los agotadores tiempos de espera, los gastos y el papeleo del litigio, así como las incertidumbres legales de la meditación, pero corre el riesgo de que una o ambas partes estén insatisfechas con la decisión del árbitro.
Al final, no hay una forma “correcta” de resolver una disputa legal. El desafío es discernir qué proceso es probable que sea el más efectivo para su situación. A veces la vida nos trae desafíos que no elegimos para nosotros, y otras veces estos desafíos incluyen problemas legales. Si se encuentra con decisiones legales difíciles, aquí en Castan & Lecca queremos que sepa cuáles son sus opciones, y estamos comprometidos a tratarlo como familia. Comuníquese con nosotros para una consulta gratuita. No tienes que pelear solo.
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